EL RECUERDO DEL CENTRO DE ESTUDIANTES DE LA MEDIA 8: “PENSÁBAMOS EN EL CENTRO QUE QUERÍAMOS, EL TIGRE QUE QUERÍAMOS Y EL PAÍS QUE QUERÍAMOS”
*Por Enzo Araujo.
Laura Busca y Daiana Danielli fueron presidenta y vice presidenta respectivamente del Centro de Estudiantes María Claudia Falcone de la Escuela Secundaria Nº 8 de General Pacheco en 2010 y 2011. En el marco del ciclo Tiempos Complejos de verano las ex estudiantes pusieron sobre la mesa sus recuerdos de una época que las marcó políticamente.
“Uno no llega a la historia de un repollo”, aclaró de entrada Laura. En 2007 había habido un centro de estudiantes que terminó cuando esos protagonistas se egresaron. Esa camada, junto a docentes con iniciativa, había cortado el puente de Pacheco para reclamar un edificio propio para la escuela que en aquel entonces desempeñaba sus actividades en aulas de la sede local de la Universidad Tecnológica Nacional.
Cuando Laura y Daiana llegaron a la Media 8 ya había delegados y delegadas por curso. Además, ya funcionaba Jóvenes y Memoria.
Jóvenes y Memoria es un programa coordinado por la Comisión Provincial por la Memoria dirigido a escuelas y organizaciones sociales, políticas y culturales de Buenos Aires que propone a los equipos de trabajo que elaboren un proyecto de investigación acerca de las memorias del pasado reciente o la vulneración de los derechos humanos en democracia.
“Empecé en Jóvenes y Memoria el primer año de secundaria (que era polimodal)”, recordó Daiana, que luego reflexionó: “Cuando empezas a estudiar la historia se hace difícil no involucrarte. ¿Qué queremos hacer nosotros como jóvenes políticos? En ese momento se empezaba a tantear armar un centro de estudiantes. Fue de a poquito hasta que en un momento fue una realidad.”

El laburo militante para sentar las bases de la organización estudiantil lo habían hecho en 2009. “Nos quedabamos los dos turnos y a veces hasta que empezaba el profesorado terciario”, contó Daiana que también expresó: “Queríamos contarles a todos de qué se trataba un centro de estudiantes.”
Si bien había docentes que no les gustaba la idea y ponían palos en la rueda, también hubo docentes con la predisposición para darles una mano como María Delia Redruello, Marcelo Magne, Virginia Baldo, y Tatiana Paulino. Laura recuerda: “Fueron docentes que dedicaron su tiempo y energía en acompañar e incentivar. Entendían que no eran los protagonistas sino que estaban para acompañar, para dar un respaldo. Corrían riesgos de enfrentar un sumario, un quilombo de la directora por la burocracia pero elegían correr esos riesgos y eso habla de un compromiso con los pibes, la educación pública, la justicia social. Las ganas las teníamos pero sabíamos que si algo pasaba iban a estar quienes nos sostuvieron.”
La lista fue decidida en una asamblea en el SUM de la escuela, que según cuentan, participaron la mayoría de los estudiantes. El ritual fue hecho en medio de los dos turnos para garantizar una buena convocatoria. El nombre que eligieron para la lista fue María Claudia Falcone en honor a la militante secundaria de La Plata desaparecida el 16 de septiembre de 1976 en la llamada Noche de los Lápices. El deseo era lograr una lista de unidad. Sin embargo, a último momento una de las docentes que no veía con agrado a la militancia estudiantil planteó que para que la elección sea democrática debería haber otra lista e incentivó a otros pibes a formar una lista con el nombre de Mahatma Ghandi. ¿Habrá querido adjudicarse la bandera de la paz? Luego surgió una tercera lista. Más allá de estas complicaciones la lista María Claudia Falcone ganó con más del 70% de los votos, según recuerdan sus protagonistas, y de cierta forma fue una aprobación a su labor militante.

Consumado el triunfo, cuentan que convocaron a pibes y pibas de las otras listas a hacerse cargo de algunas comisiones y que se sientan importantes porque más allá de quién los había incentivado, “tenían una preocupación genuina por la escuela”. Era un espíritu frentista pero todos sabían que eran peronistas y que bancaban a Néstor y Cristina. No lo ocultaban. “Pensábamos en el centro que queríamos, el Tigre que queríamos y el país que queríamos”, sostiene con fuerza Laura.
Una vez organizados formalmente su tarea consistió por un lado, en organizar jornadas como cine debates o torneos de fútbol y por otro, cuestiones que iban surgiendo sobre la marcha. Ambas mencionaron que había una compañera que sufría violencia en la casa y trataron con insistencia de conectarla con el colegio. “Esta compañera no lo pudo hablar con ninguna docente, lo habló con nosotros”, exclamaron.
MILITANCIA PARTIDARIA
En el medio de la formación del centro de estudiantes, Laura y Daiana se sumaron a militar políticamente en JP Descamisados. Trataban de ser cuidadosas con no mezclar las cosas. Ya tenían el ejercicio de debatir política entre mates.
Laura destacó su compromiso militante activo: “No era que solamente queríamos a Cristina y pegábamos stickers, nos tomábamos el laburo de debatir la Asignación Universal por Hijo, que en ese entonces había docentes y estudiantes que decían que mujeres se embarazaban para cobrarla. Nosotros discutíamos por qué era necesario que le corresponda tanto a un trabajador registrado como no registrado.”

En esos años participaron en jornadas de memoria y derechos humanos con obras de teatro que aún hoy se siguen reproduciendo en espacios militantes de Tigre. La obra sobre el astillero ASTARSA, espacio de trabajo y de organización sindical atacado ferozmente por la última dictadura, hizo emocionar a más de un viejo militante de aquellos años carentes de democracia.
En medio de una retirada del Estado de sus funciones sociales quizás en el pasado, o mejor dicho en la historia y pequeñas historias, haya respuestas para el presente y futuro.